Algunas ideas para criar niños saludables... y no morir en el intento

Foto tomada de: https://unsplash.com/ 

Se podría pensar que no soy la más indicada para escribir un texto así. ¿La razón? La más simple de todas: no tengo hijos. Pero digamos que tengo un punto bien grande en mi defensa: sobrinas, ya conocen el dicho “al que Dios no le da hijos, el Diablo le da sobrinos”. No tengo idea a mí quien me las habrá mandado, pero ahí están, y he sido testigo y consejera del proceso que las ha llevado a ser, poco a poco, más saludables. Hablo de proceso y digo que poco a poco, porque cuando llegó a la familia esto de querer ser conscientes y responsables por nuestro bienestar, las moscorrofias (como suelo decirles de cariño), ya no eran unas bebés. Es decir, que ya tenían bien arraigadas en su vida algunas costumbres no tan sanas.

Después de ellas, comenzaron a llegar clientes con hijos, sobre todo bebés y niños más chiquitos que los que yo ya lidiaba. Eso me sirvió para entender la muchísima importancia que tiene hacer de la vida saludable un asunto de toda la familia, sin importar la edad, pero también, la influencia que tienen hijos en padres y padres en hijos a la hora de tomar decisiones. Con esto claro, no quedó de otra que ponerse a estudiar, y por supuesto, experimentar, para encontrar la forma de introducirles a todos esos chiquitos (y también a los que no son tanto) las ganas de vivir la buena vida saludable.

Lo que encontré puede resumirse en muchos tips y tres grandes palabras: ejemplo, constancia y paciencia.

Bien dicen los abuelos que los niños son como esponjas, ellos agarran información de todas partes, de todo lo que les transmiten sus sentidos, por eso es importante el ejemplo. Sin embargo, los datos que encuentran y aprehenden, los procesan a su manera, que no necesariamente es como y a la velocidad que los adultos quisiéramos, ahí es cuando entran a jugar un papel importante la constancia y la paciencia. Una de mis hermanas, tuvo que esperar ¡un poco más de un año!, para que mis sobrinas entendieran que era importante desayunar algo nutritivo antes de irse a estudiar. Ahora, después de muchos menús probados y muchos desayunos servidos y rechazados, no sólo entienden la importancia, sino que logran identificar en su cuerpo la diferencia de energía y eficiencia dependiendo de los alimentos que consumen.

Cuando un niño observa, escucha, siente y hasta huele que en su casa se tienen hábitos de vida saludables, es normal que comience a imitarlos. Pero la cosa no se queda ahí, una parte importante del asunto es explicarles el por qué. En la medida en que son pequeños seres ávidos de conocimiento, resulta mucho más fácil enseñarles a ser responsables por su bienestar, si además de darles una indicación, se les explica la razón de ser de la misma.

No se trata solamente de mandarlos a dormir temprano, se trata de hacerles saber la importancia de un sueño suficiente y adecuado para el correcto funcionamiento de su organismo. Por supuesto, para que eso suceda es necesario que los papás, o quienes educan a los niños, estén interesados en conocer la información que van a transmitir. Es decir: papás inquietos frente al conocimiento de una vida con hábitos saludables, van a ser un mejor ejemplo para sus hijos. Y si además son papás viviendo su propio proceso de transformación hacia una vida más saludable, seguramente entenderán más fácilmente la necesidad de ser constantes y pacientes.

Con los bebés la cosa puede ser un poco más fácil porque no hay hábitos que cambiar, se trata de crear, darle la posibilidad desde el principio, de tener elecciones de vida que lo lleven a ser más saludable y feliz. Ahí la pelea tal vez no sea con el chiquitín, sino con los tíos, abuelos, primos, etc. Que ven en la “moda” saludable una aberración a la forma en que se han hecho siempre las cosas…pero bueno, eso es tema completo para otro post. Lo que aquí importa, es que no porque los bebés estén nuevecitos no hay que ser ejemplo para ellos (todo lo contrario), o no hay que armarse de constancia y paciencia. Esos diminutos seres, con tan sólo unos días en el planeta, ya tienen su propia personalidad y sus gustos bien definidos.

En cuestiones de alimentación, desde antes de comenzar a comer ya rechazan o aceptan ciertos sabores, “neofobia”, ese es el nombre que le han dado los expertos (1) al maravilloso arte infantil de expresar desagrado y rechazo sin haber probado siquiera. Su proveniencia aún está en discusión, que si se trata de un gusto de sabores transmitido por la leche materna, que si es una respuesta genética derivada del instinto de sobrevivencia. Pues quién sabe, pero ahí está y hay que lidiar con ella. Para afrontarla se pueden hacer varias cosas, por ejemplo, invitar a probar, no obligar (paciencia) pero insistir varias veces con un mismo alimento. Como podrán encontrar en algunos de los artículos relacionados con la neofobia, se dice que a un niño le puede tomar entre 10 y 20 veces aceptar el sabor de un alimento (paciencia y constancia). Otra recomendación es el ejemplo, si el niño ve a sus padres comiendo algo y expresando su gusto por ello, se va a sentir más inclinado a probarlo que si solamente se le está indicando que lo debe hacer.

¿Se dieron cuenta?, de nuevo el asunto se reduce a las 3 palabras mágicas: ejemplo, constancia y paciencia. Palabras que traducen comportamientos que aplican a un niño (o adulto) de cualquier edad y condición. ¿Y en dónde es que hay que poner en práctica esas 3 palabras?, ¿cuáles son exactamente los hábitos que hacen a una persona, de cualquier edad, saludable? Desde mi experiencia profesional, yo he intentado resumir el asunto en lo que llamo los 4 pilares fundamentales de una vida saludable. Sin importar el orden en que se presenten, esos son:

  1. Actividad física. Moverse y seguirse moviendo. Mover el cuerpo no sólo logra grandes beneficios a nivel físico y químico, también le da la batalla a esos patrones culturales que, cada vez más, y sin importar la edad que tengamos, se inclinan a tenernos encerrados y atornillados en una silla. Tener actividades en familia que impliquen mover el cuerpo mientras se divierten, asegura que los niños crezcan viendo el ejercicio como una forma de diversión, una herramienta para estar sanos y felices, no como una obligación o martirio. Es más, disfrutar del movimiento en familia, puede enseñar a activarse por el simple placer de hacerlo, sin que, necesariamente, haya un objetivo por cumplir o una meta por alcanzar.
     
  2. Descanso adecuado. Sobre todo, dormir bien y suficiente. Es claro que en los primeros meses de un ser humano la cosa no funciona tan bien pero, es claro también que los patrones de sueño se pueden enseñar. Suele pasar que hay familias completas que se acuestan o despiertan a determinada hora, es decir, que los hijos aprenden de los padres a ser trasnochadores o madrugadores. No es raro escuchar comentarios del tipo: es que en mi familia necesitamos muy poquito sueño para funcionar, ¡ja! Imagínense entonces las maravillas que harían, donde el cuerpo y el cerebro pudieran trabajar con un adecuado descanso y recuperación. Sí como no, en lo del sueño suficiente y de calidad, es uno de los casos donde mejor aplica lo de educar con el ejemplo.
     
  3. Manejo de las emociones. Ahí se incluye tratarse bonito, llenarse de amor, aprender a estar agradecidos (esta es muy pero muy importante) y no tener problema en demostrarlo. Generalmente, para lograr esos estados ayuda mucho tener una práctica constante de relajación o meditación. ¿Se imaginan la cantidad de cosas buenas que se podrían lograr en un ser humano, si se le enseñara desde pequeño a controlarse a través de la respiración? No sólo tendría unas mucho mejores relaciones interpersonales, sino que también, tendría a su alcance un arma poderosa para controlar su química orgánica y alejar un montón de enfermedades producidas por el estrés.
     
  4. El último pilar es el de la alimentación. Sobre eso es mucho lo que se puede decir, pululan en todas partes las diferentes tendencias y teorías sobre lo que puede llegar a significar tener una alimentación saludable. Yo la baso en dos preceptos: darle mucha importancia a las frutas y verduras (mejor aún si son orgánicas, locales y de temporada), y no considerar alimentos los productos procesados. Lo demás dependerá, y deberá ajustarse, a los gustos, necesidades e imaginación de cada quien.
     

Es claro que estas 4 cosas no son lo único a tener en cuenta en una vida saludable, pero son un buen punto de partida y, sobre todo, son lineamientos transversales a cualquiera que sea la tendencia saludable que se escoja para llevar la vida y enseñar a vivirla.

Además, estos 4 puntos se ven reforzados por las ganas de hacerse responsable, de dejar de ver a los profesionales de la salud como los únicos portadores del conocimiento necesario para lograr un total bienestar (y que me perdonen los muchos que conozco por andar pensando de forma tan sacrílega). Cada quien está en capacidad (y obligación), de informarse sobre las herramientas a su alcance para tener una mejor salud, es entonces como a las palabritas mágicas se les puede agregar una más: educación. Necesaria para poder tener posiciones críticas sobre el bombardeo de información que es cada vez más grande, y muy útil para poder hacer cada vez mejores elecciones de vida. Porque a la larga, ahí es donde todo comienza y termina, en la capacidad que tenemos de elegir.

Resumiendo entonces, todo lo que he intentado decir, es que con información, ejemplo, constancia y paciencia, además de muchas ganas, por supuesto, se logra la actitud necesaria para tratar de buscar y equilibrar los 4 pilares recomendados para tener en una vida saludable, esos mismos que con esas palabritas mágicas, se esperan poder transmitir a los que vienen detrás y a los que están alrededor.

Tal vez parezca mucho y asuste, pero no se preocupe, no desfallezca y tenga paciencia, que al final de cuentas, todo lo que usted haga y le enseñe a sus hijos, no es otra cosa que el resultado de su elección.


Ana Saludable

 

Ana Saludable (www.anasaludable.com) es Asesora en cambio de hábitos, graduada como Integrative Nutrition Health Coach por el Institute for Integrative Nutrition (IIN). Desde hace un par de años, mientras vivía su propio proceso de transformación hacia una vida más saludable y f feliz,  descubrió su pasión por transmitir ese bienestar. Por esa razón, cambió su trabajo de poco más de una década como investigadora y docente en el campo de las ciencias sociales, para dedicarse a realizar asesorías en cambio de hábitos en individuos y grupos, tanto en forma presencial como virtual. Se puede seguir en Facebook (https://www.facebook.com/Ana-Saludable-1563861040545952/), Twitter (@FayadAna) o en Instagram (@ana_saludable).


(1) Aquí pueden encontrar una reseña interesante sobre el término: http://www.renc.es/imagenes/auxiliar/files/NUTR%20COM%204-2014%20articulo%204.pdf
También este artículo puede ser útil: http://bebe.doctissimo.es/el-nino-de-1-a-3-anos/nutricion-infantil/neofobia.html
Y si tienen ánimo de darse mucho gusto y paciencia bilingüe para informarse sobre el asunto, sólo hay que poner en google “neophobia research”, la cantidad de trabajos para niños de diferentes edades y con aplicación de múltiples metodologías de investigación, es como para chuparse los dedos.

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