Muchas gracias Nicaragua

Sin saberlo, Nicaragua nos ha dado dos regalos que
deberíamos aprovechar ya.

Santos denunció ante la OEA el Pacto de Bogotá porque el fallo de la Corte Internacional de Justicia viola los derechos de los colombianos.

Aunque es de muy mal gusto que el perdedor denuncie la apuesta después de haber perdido, me alegro de que haya pasado.

Ha quedado claro que el Gobierno considera que es legítimo denunciar los tratados internacionales para defender a los colombianos y que es un instrumento político que le interesa usar.

Me parece bien que las personas defiendan y reclamen lo que es suyo, pero no me queda claro por qué hay tantas manifestaciones de dolor y rechazo ante el fallo concerniente a San Andrés, y tanto silencio alrededor de las fumigaciones de cultivos ilícitos.

Como dice María Mercedes Moreno, el silencio que reina al respecto es opresivo. Llevamos 34 años de fumigaciones, 34 años de químicos letales vertidos sobre nuestras aguas, animales y tierras; esas mismas aguas que hoy, indignados y dolidos, salimos a reclamar.

Si es por desconocimiento que hay tan pocas voces de protesta contra las fumigaciones, eso tiene que acabar. 

Colombia es el único país del mundo que permite la aspersión química de su territorio.

La primera fumigación se hizo con paraquat a finales de 1978, en la Sierra Nevada de Santa Marta, para erradicar 25.000 hectáreas de marihuana.

Inmediatamente empezaron las protestas de indígenas, campesinos, del Inderena y de la sociedad civil. Pese a las protestas y a la evidencia de los daños causados desde 1978 hasta hoy, el gobierno colombiano sigue fumigando sin control.

¿Por qué lo hace?

Por las mismas razones que en 1997 decidió llenar el territorio de Tebuthiuron.

De los creadores del Agente Naranja: El Tebuthiuron

En 1997 una mujer era la Directora Nacional de Estupefacientes. El 16 de julio, Ivonne Alcalá Arévalo anunció que la utilización del Tebuthiuron era una decisión del Gobierno y que había que darle cumplimiento.

Le dijo a los periodistas de El Tiempo: “Sigo defendiendo el programa experimental y comparto los puntos de vista del coronel Gallego en el sentido de que la utilización de este granulado tiene mayor efectividad en invierno y permite que la Policía realice la fumigación en mejores condiciones de seguridad”.

El programa experimental consistía en reemplazar el glifosato, que las fuerzas policiales de Colombia y E.U. acusaban de ineficiente e inapropiado para las fumigaciones, por el Tebuthiuron.

El programa experimental se llevó a cabo sin oír las quejas de Eduardo Verano, el entonces Ministro del Medio ambiente, de los investigadores del Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales – IEPRI, de la Agencia para la Protección del Medio Ambiente de E.U. y de Dow Agrosciences, la empresa creadora del químico.

Los científicos de Dow —después de haber enfrentado innumerables quejas y demandas por los efectos del Agente Naranja que se usó en la guerra de Vietnam— desesperados ante la posición de los gobiernos, se negaron a vender el químico para uso en Colombia, afirmando que sus efectos serían desastrosos.

El gobierno estadounidense alabó que la patente de Dow se hubiera vencido. El colombiano dijo que la verdadera amenaza ecológica eran las plantaciones de coca, marihuana y amapola. El Tebuthiuron se usó para acabar con los cultivos colombianos.

La aspersión aérea con paraquat hoy está prohibida internacionalmente. La aspersión con glifosato también, pese a que Monsanto, la empresa productora, falsificó los resultados de sus investigaciones y fue condenada por publicidad engañosa sobre su toxicidad.

¿Pueden imaginarse el nivel de toxicidad que tenía el Tebuthiuron para que sus mismos creadores se negaran a venderlo y advirtieran desesperadamente sobre sus efectos?

¿Tener este conocimiento le importó al gobierno colombiano o al norteamericano?

¿Es sensato permitir que sigan las fumigaciones, aunque sean de cultivos ilegales?

Gracias Nicaragua

Sé que hay quienes piensan que las fumigaciones son un mal menor que debemos aceptar para acabar con el flagelo de las drogas.

Sé que pocos son conscientes del problema, porque escasamente se toca el tema.

Sé que muchos piensan que es un problema terrible pero que, como estamos maniatados internacionalmente, no podemos hacer nada.

Por eso tengo que decir ¡muchas gracias Nicaragua!, gracias por habernos despertado.

Lo mejor de la decisión de la CIJ es que ha mostrado que somos muchos los que nos oponemos a que los compromisos internacionales decidan por nosotros.

Nicaragua nos ha legado dos tesoros: el precedente de que se deben denunciar los tratados internacionales cuando atentan contra los derechos de los colombianos, y el conocimiento de que el gobierno Santos reacciona muy rápidamente ante la presión masiva del público. Tenemos una oportunidad histórica para denunciar el Plan Colombia y los otros pactos y tratados que han servido para dañar el ecosistema y destruir los derechos de los colombianos.

Podríamos empezar por romper el silencio que ha escondido de los ojos del público una de las peores tragedias nacionales, que al mismo tiempo es uno de los actos de violencia simbólica y física más crueles que hemos perpetrado contra los indígenas y campesinos colombianos. No podemos olvidar que ellos también son nuestros hermanos.

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