Cómo el monstruo farmacéutico está cazando a nuestros niños

"Aquellos que pueden hacerte creer absurdos,
pueden hacerte cometer atrocidades". —Voltaire—.

“Quiero venderle drogas a todos. Quiero venderle drogas a la gente sana. Quiero vender drogas como si fueran chicles”. Con esas palabras el ex CEO de Merck, Henry Gadsden, estableció el propósito de toda la industria farmacéutica, hace más de 30 años. Con ese propósito nació un monstruo. Un monstruo que se alimenta de los impuestos y que le devuelve una parte de esos impuestos a los “servidores públicos”. Un monstruo que ha llevado a la bancarrota a varias instituciones de salud y que ha obligado a reducir el número de beneficiarios, para asumir el costo de las drogas. Un monstruo que hiere, lisia y mata, sin que le importe la edad de sus víctimas.

Más de un millón de estadounidenses han muerto en los últimos 10 años gracias a medicamentos recetados.

El hecho es que, gracias a su meta de venderle drogas a todo el mundo, la industria farmacéutica ha encontrado formas sistemáticas para enganchar con fármacos a niños de las edades más tempranas, incluyendo bebés menores de un año de edad.

A diferencia de los traficantes ilegales que tienen que encontrar formas de seducir a los niños antes de que lleguen al colegio, el monstruo farmacéutico compró los derechos para drogar legalmente a millones de niños en sus salones. El monstruo ha comprado los derechos para examinar mentalmente a todos los niños y adolescentes sin el consentimiento de sus padres, gracias a la Nueva Comisión de Libertad (New Freedom Commission, NFC) creada por una orden ejecutiva en 2002. Creada sin votos o conocimiento público, la NFC es una comisión de gente que tiene lazos financieros muy fuertes con la industria farmaceutica. La Comisión existe con el propósito de examinar mentalmente a todos los estudiantes de colegios públicos.

¿Nueva Comisión de LIbertad?

Libertad no significa tests obligatorios para desórdenes que aparecen por votación, que carecen de un sólo examen objetivo de respaldo, y que son votados para que existan, precisamente por aquellos que se van a beneficiar de su existencia.

Libertad no significa etiquetar a los niños con desordenes mentales, etiquetas que los perseguirán por el resto de sus vidas.

Libertad no es quitarle a los niños las habilidades para desarrollarse adecuadamente al obligarlos a tomar drogas que destruyen el funcionamiento neuronal, matan las células nerviosas y previenen el desarrollo natural del cerebro.

Libertad no es obligar a los niños a tomar drogas adictivas y mortales que tienen más de 100 efectos colaterales muy serios, que incluyen el suicidio, la muerte súbita, los ataques al corazón, derrames, diabetes, manía, paranoia, alucinaciones y violencia.

Libertad no es obligar a los niños a tomar drogas que alteran la mente y que llevan a homicidios que los encarcelarán por el resto de su vida.

Libertad no es amenazar a los padres con que Servicios Sociales se llevará a su hijo si ellos no están de acuerdo con drogarlo.

Todo esto está pasando ahora por el control omnipresente que tiene la industria farmacéutica, esa que intenta incansablemente vendernos drogas a todos.

El resultado de los tests mentales acientíficos y subjetivos que promueve la NFC es que más de la mitad de los niños examinados son etiquetados con desordenes mentales, y obligados a tomar drogas adictivas. Etiqueta y droga, etiqueta y droga, etiqueta y droga… un monstruoso y contínuo proceso que tiene habilidades ilimitadas para generar ganancias, mientras crea usuarios de medicamentos de la cuna a la tumba.

¿Está consiguiendo el monstruo su propósito de venderle drogas a todo el mundo?

En 2010, el 20% de todos los bachilleres eran adictos a una o más drogas de prescripción.

En 2010, el 42% de los niños bajo tutela estatal, incluyendo a los de edad preescolar, eran obligados a tomar drogas adictivas y mortales, drogas que no tienen beneficios para la salud pero que tienen riesgos extremos.

En 2010, 8 millones de niños fueron etiquetados con desórdenes mentales, desórdenes que existen por votación. Estas etiquetas hacen que los niños crean que algo está mal con ellos y que no son normales. En 2010, 4.5 millones de niños eran forzados a tomar drogas tóxicas y adictivas que son clasificadas por la DEA en la misma Lista 2 de sustancias controladas como la cocaína, los barbitúricos y los opiaceos.

En 2010 había una tasa de autismo de 1 por cada 100 niños, niños que eran bebés normales y saludables antes de las vacunas. Este año la tasa va en 1 por cada 50. Los niños autistas usualmente son tratados con drogas.

En 2010 más de 200.000 padres lloraron por niños que ya no están vivos para ir al colegio a causa de las drogas de prescripción y las vacunas.

Esta historia podría llamarse “El principio del fin” porque literalmente ha sido el final para más de 100.000 niños en la última década. Y está creando el principio de una sociedad en el que la mayoría de personas serán drogadictas.

¿Está consiguiendo su objetivo el monstruo?

Absolutamente.

En 2005, el Centro Nacional de Adicción y Abuso de Sustancias (National Center on Addiction and Substance Abuse, CASA) de la Universidad de Columbia reportó que 15.1 millones de estadounidenses eran adictos a las drogas de prescripción. También reportó el incremento del 212% en el abuso de drogas de prescripción de niños entre los 12 y los 17 años. Un abuso predecible si se mira el panorama general. Los adictos a las drogas no tienen sus futuros llenos de promesas y potencial. Aún así, estamos permitiendo que el futuro de millones de nuestros niños sea destruido por el monstruo farmacéutico.

El pequeño Gabriel Myers estaba enfrentando una dura vida como niño adoptado con sólo 7 años. Necesitaba amor y paciencia. Le dieron múltiples drogas psiquiátricas. No empezará tercero de primaria este año porque se colgó en el 2009.

Los niños de 7 años no piensan naturalmente en el suicidio. Piensan en escaparse de la casa. La tasa de suicidio de adultos en los estudios clínicos es un astronómico 718 por cada 100.000. La tasa de suicidios de gente que no toma drogas psiquiátricas es de 11 por cada 100.000.

Jeremy Strohmeyer era un bachiller de honores que no tomaba drogas. Un profesor lo diagnosticó con Deficit de Atención e Hiperactividad (ADHD) y le dieron Dexedrina. A los pocos días, violó y mató a Sherrice Iverson, una niña de 7 años, y después intentó suicidarse. Jeremy sobrevivió pero ahora paga una condena sin derecho a libertad condicional.

Si Jeremy hubiera estado tomando una droga ilegal, sus acciones inmediatamente hubieran sido achacadas a la droga. Drogas que afectan la mente son drogas que afectan la mente, independientemente de que sean legales o no.

Matthew Smith estaría empezando su carrera ahora si no hubiera muerto a los 14 años por “uso prolongado de metilfenidatas (Ritalina)” como establece su certificado de defunción. Los padres de Matthew nunca quisieron que tomara Ritalina. Cuando Matthew tenía 7 años, autoridades escolares le dijeron a sus padres que Matthew tenía ADHD. El colegio amenazó diciendo que si Matthew, un niño saludable y activo, no tomaba Ritalina, contactarían a los Servicios Sociales de Protección Infantil. Las autoridades escolares clamaban que sus padres podían ser acusados de ignorar las necesidades emocionales y educacionales de Matthew. Sus padres no querían que usara drogas y no veían nada anormal en el comportamiento de Matthew, pero se sintieron indefensos ante la autoridad escolar. Los padres de Matthew hicieron lo que miles de padres han hecho en los Estados Unidos: accedieron bajo coacción. Ahora, su hermoso y creativo hijo está muerto. El monstruo ganó. Por siete años, los padres de Matthew tuvieron que pagarle al monstruo para que envenenara a su hijo. Ahora no pueden pagarle a nadie para que lo traiga de vuelta.

Stephanie Halle sería una mujer joven ahora, tal vez una madre, si no hubiera muerto mientras dormía de un ataque cardiaco masivo, 6 días después de cumplir 12 años. Llevaba menos de un mes en primero de primaria cuando su profesora le dijo a la mamá de Stephanie que ella creía que la niña tenía el Desorden de Deficit de Atención (ADD). Los padres, preocupados, llevaron a la niña perfectamente saludable a un médico, que encontró que todo estaba normal. Pero como la profesora ya la había etiquetado con ADD, el médico le dio una prescripción para Ritalina. La pobre Stephanie era muy joven para hacerle entender a sus padres cuán enferma la hacía sentir la droga. Empezó con dolores de cabeza que con los años se convirtieron en alucinaciones. Su enfermedad cardiaca fue un efecto secundario silencioso de la droga. Los padres le pagaron durante 6 años al monstruo para que envenenara y torturara a su hija. Inclusive, cuando Stephanie empezó a sufrir alucinaciones por la droga, la indicación siempre fue aumentar las dosis. Nadie consideró que la droga fuera la causa de los problemas de Stephanie. Ahora Stephanie ya no tiene problemas y sus padres viven con la pérdida.

Los amorosos padres de Candance estarían viendo a su hermosa hija convertida en una estudiante universitaria, si no se hubiera ahorcado cuando tenía 12 años. Un psiquiatra pediatra le prescribió a Candance Zoloft porque “estaba ansiosa por los exámenes del colegio”. En 2004, cuando la droga tomó su vida, el antidepresivo llevaba la advertencia más severa de la FDA, una caja negra que advierte sobre riesgo de suicidio para los menores de 18 años. El psiquiatra no le dijo a sus padres que este riesgo existía. Les dijo que la droga haría feliz a Candance.

Ahora Candace no está viva para ser feliz y sus padres viven con la pérdida.

Dominique Slater se estaría graduando este año si no se hubiera suicidado en 2003, después de que le recetaran un coctel de drogas peligrosas que incluían Celexa y Wellbutrin. Las drogas le causaron comportamientos erráticos a la niña de 14 años. La respuesta de su pediatra fue recetarle altas dosis de Effexor, otro antidepresivo mortal. Quince días después, Dominique se suicidó.

Ese es el terrible riesgo que existe al etiquetar a cualquiera, especialmente a los niños pequeños y vulnerables, con cualquier tipo de desorden, incluyendo ADD/ADHD.

Una vez que las personas son etiquetadas, todas sus reacciones serán achacadas a la etiqueta, no a las drogas recetadas. El monstruo lo sabe y le saca todo el provecho aliándose con la organización que vota para que los desordenes mentales y sus síntomas existan: la Asociación Americana de Psiquiatría (APA).

El número de desordenes mentales creados por la APA ha explotado a más de 350, y ninguno tiene un test objetivo de diagnóstico. Cada desorden nuevo tiene un tratamiento de drogas, generando ganancias para la psiquiatría y la industria farmacéutica. Son gemelos siameses, unidos por la billetera.

La mayoría de médicos que no son psiquiatras ignoran el funcionamiento de este sistema. El manual de desordenes mentales creado por la APA se llama el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Desordenes Mentales, conocido como el DSM. En el documental, Where the Truth Lies, un psiquiatra británico dice honestamente: “El DSM usa el diagnóstico como fuente de dinero. Genera una cantidad de dinero”.

La APA recibe más dinero de la industria farmacéutica que cualquier otra asociación médica. En Julio de 2008, las exigencias del Senador Charles Grassley de que la APA entregara sus documentos financieros revelaron que en el 2006 los pagos de la industria farmacéutica representaron cerca al 30% de la financiación de la APA; más de 20 millones de dólares. Mientras que los gemelos siameses nadan en dinero, la gente muere por sus drogas, los niños mueren por sus drogas.

Con la Nueva Comisión de Libertad no es la primera vez que la industria farmacéutica ha comprado las acciones del gobierno federal para drogar a los niños. En 1991 el Departamento de Educación Federal empezó a pagarle a los colegios cientos de dólares por cada niño diagnosticado con ADD/ADHD. Los colegios siempre están buscando fuentes adicionales de fondos y los niños drogados se sientan como zombies en los salones. Una epidemia nacional de estos desordenes artificiales, que ni siquiera se reconocen en otros países, era absolutamente predecible. Sólo en 2010 más de 4 millones y medio de niños fueron etiquetados y obligados a tomar drogas metalfenidatas o anfetamínicas.

Las ventas de drogas para ADD/ADHD alcanzaron los 4.8 BILLONES de dólares en 2008 en Estados Unidos. EE.UU. usa el 95% de todas las drogas metalfenidatas y anfetamínicas que se producen anualmente. Y más del 90% se le dan a los niños. Sin ADD/ADHD no existiría mercado para estas drogas porque no tienen ningún beneficio para la salud.

Las metalfenidatas y las anfetaminas son drogas de la Lista 2 de la DEA, las más adictivas y letales. La Lista 2 incluye la cocaína, los opiaceos y los barbitúricos.

¿Ustedes le darían cocaína diariamente a un niño?

Traten de imaginarse cómo se sienten con estas drogas en sus jóvenes sistemas.

Adderall, una anfetamina, es la droga que más le dan a los que etiquetan con ADD/ADHD. Originalmente era una droga exclusiva para que los adultos bajaran de peso, llamada Obetrol. El Obetrol se retiró del mercado porque era extremadamente adictiva. Pero la FDA permitió que esa misma droga se rebautizara Aderall y se le vendiera a los niños. El control de la industria farmacéutica es omnipresente e insidioso.

CONTINUARÁ...

Acá está la segunda parte: Cómo el monstruo farmacéutico está cazando a nuestros niños

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